6 de julio de 2006

Ratzinger no es bienvenido.



Los católicos hacen proselitismo con el jefe de la secta en Valencia. No en mi nombre. Para mas informacion: http://www.jonotespere.org/

3 de abril de 2006

En defensa del ateísmo

José María María Mendiluce *


El Periódico 31 de Marzo de 2006


Durante siglos, se nos ha dicho que sin religión y creencias los humanos no nos diferenciaríamos de una jauría de lobos, dispuestos a matar por nuestras conveniencias e incapaces de articular normas de conducta basadas en los nobles valores que sólo Dios nos enseña y cuya no observancia merece su implacable castigo. Recuerdo de mi infancia una escena terrorífica, con uno de aquellos individuos que desde un púlpito explicaba los horrores del infierno y cómo, gracias al miedo al castigo eterno, los humanos no andábamos matando, violando, robando y fornicando por las calles. Aprendí mucho sobre la categoría humana de aquel individuo que, afortunadamente, parecía creer y temer el castigo, pues Dios nos libró (bendito sea) de un terrible criminal potencial. Y me hice ateo.


Si tenemos en cuenta que a lo largo de la historia no se ha insultado, torturado, encarcelado y masacrado, perseguido y exiliado, reprimido pensamiento, ideas, avances y creatividad, por nada ni nadie como en el nombre de Dios, quizá las cosas puedan analizarse desde otra óptica. Dostoievski, en Los hermanos Karamazov, alerta de los peligros de una moral nihilista y atea: si Dios no existe, todo está permitido. Ahora, como en el pasado, nos enfrentamos a un nuevo nihilismo de corte contrario: en el nombre de Dios, todo está permitido. Esos intérpretes exclusivos de la ortodoxia, sean seguidores de cualquiera de los libros o del Libro, incitan al odio y al combate contra todo lo que se oponga a los designios y disposiciones divinas que ellos, y sólo ellos, pueden interpretar (si Dios existe tiene un serio problema de derechos de autor).



Esa rabiosa actualidad de los nuevos fundamentalismos (se desarrollan por doquier y en varios nombres distintos del mismo Dios) pone en peligro los valores sobre los que se sustenta la convivencia entre los humanos. Y mala respuesta sería a su confrontación (o choque) el de su alianza, pues si ésta se entiende mal, podría llevarnos a un nuevo equilibrio de terrores dogmáticos que ahoguen siglos de Ilustración y de sociedades ciudadanas a las que tanto ha contribuido el ateísmo auténtico (no aquel otro fanatismo religioso totalitario que reemplazó Iglesia por partido, papas por secretarios generales y al hombre por el proletario, siendo su paraíso la sociedad comunista eternamente en construcción: para muestra ver Fidel).
Cuando hace dos años debatíamos el borrador de Constitución europea, muchos quisieron una referencia explícita a la tradición cristiana. Se logró un compromiso, como siempre, y las cosas quedaron en “la herencia religiosa”. Lamentable. Si hay algo que caracteriza a la Europa democrática es, justamente, su carácter laico, producto del empuje de los ateos demócratas y de una ciudadanía que ha reemplazado las leyes divinas y sus castigos inquisitoriales por los derechos constitucionales y los códigos penales. Europa es quizá el único territorio del mundo en el que el ateísmo es una opción perfectamente legítima y no una sospechosa o amenazante actitud anunciadora de todo tipo de desmanes. Y eso, justamente eso, es lo que tenemos que defender.

Siempre he respetado y convivido con creyentes civilizados, capaces de aceptarme como uno de ellos, porque hay valores superiores a las opciones religiosas que nos permiten combinar creencias (personales o colectivas) con responsabilidades, normas de conducta y derechos válidos para todas las personas. Hace pocos días, tomando un café en mi pueblo, un marroquí inició una conversación conmigo sobre la falta de respeto a su religión en nuestro país. En algunos puntos le di la razón, hasta que, entusiasmado por mi paciencia, elevó el tono del discurso hasta convertirlo en absolutamente intolerable (por intolerante). Me recordó a cualquier vieja gloria del nacional-catolicismo. Y actué de la misma manera que con ellos. Y pensé: como se pongan de acuerdo con alguno de nuestros obispos, nos toca el exilio (por cierto, conmovedora la comprensión de la Iglesia vaticana a las protestas producidas por las famosas caricaturas).


NO ESTARÍA de más, hermanos ateos, que exijamos respeto y reconocimiento por nuestras aportaciones a la convivencia y pasemos a la acción, respetando a las personas, pero siendo implacables con todos los personajes que en el nombre de Dios nos acechan, y que pretenden llevarnos al oscurantismo terrorífico del que tanto nos costó salir, pero al que pareciera ser tan fácil retornar. Y que nos dejemos de paternalismos comprensivos con estos nihilistas viejos como la humanidad y actuales como internet, instrumento que por cierto utilizan crecientemente para llenar la red de odio a la libertad.

La paz (o alianza) no deberían firmarla obispos y ayatolás, sino ciudadanos ateos o creyentes que aman la democracia y sus agradables normas de convivencia y respeto entre las personas y sus derechos. Amén.

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* Ex eurodiputado y escritor.

7 de febrero de 2006

Dios aún no ha muerto


Víctor Moreno - Escritor. Humor y religión

Pues menos mal que se había muerto, según el agorero de Nietzsche. Porque si llega a estar vivo...En mi desvarío ateológico tiendo a imaginar que Dios existe y que interviene directamente en las calamidades que se ejecutan en su nombre. Que, harto ya de que se use una y otra vez su nombre en vano, aparece en una nube fulgurante como en el Antiguo Testamento y empieza a echar fuego de su infinita boca contra tanto intermediario de pacotilla. Y no sólo. También arremete contra esas masas con la boca retorcida clamando venganza contra el infiel, convirtiéndolas en estatuas de sal o de granito, y contra esos obispos tan relamidos y fisnos que dicen lo mismo que los exaltados pero guardando las formas litúrgicas del dogma.
Pero no. Dios no interviene y permite que unos intermediarios, tan astutos como aprovechateguis, interpreten sus designios. Y no sé, si el propio Altísimo ha reparado alguna vez en que su silencio cósmico les viene de perlas a quienes trafican con su Voluntad.

Y es que no se trata de que Dios permita tanta catástrofe ejecutada en su nombre sino, sobre todo, que consienta la existencia de sujetos desaprensivos que han decidido que sólo ellos sean sus intérpretes con denominación de origen. Y me da lo mismo que sean judíos, musulmanes como católicos. Sólo por este detalle se debería sospechar de la existencia de este Ser metafísico y transcendental. ¿Cómo puede tener Dios tan mal gusto a la hora de elegir a sus representantes aquí en la tierra?
Cuando el tortuoso Dostoievski dicen que dijo que «si Dios ha muerto, todo está permitido», estaba cometiendo una burda mentira. Porque Dios, al no existir, no puede morirse nunca. Sólo se morirá cuando no quede en tierra el homínido evolucionado que lo inventó a la medida de sus cortas hechuras. Nadie, ni los ateos siquiera, podemos negar que Dios es el inconveniente existencial más fascinante que haya podido crear el miedo humano. Porque, en realidad, como Dios existe, todo está permitido. Y eso es lo trágico, no que haya ateos. Porque es en su nombre, y sólo en su nombre, la razón o la causa por la que ciertos hombres se enajenan de tal modo que habría que enjaularlos a todos en un manicomio. ¿Alguien se ha preguntado, por ejemplo, si a Dios, Alá o Jahvé, le han sentado mal las caricaturas sobre uno de sus profetas? ¿Por qué consideran que Dios no tiene sentido del humor y no aceptan que se lo pase bomba, nunca mejor dicho, cuando alguien se desmetafisica (sic) de risa de él o de sus enviados a la tierra?

La verdad es que parece hasta mentira que en pleno siglo XXI se siga aceptando crédulamente que haya hombres y mujeres ­me da igual que procedan del catolicismo como de las tinieblas, valga el pleonasmo­ que aseguran tener hilo directo con la telefonía móvil del Altísimo.

Partiendo de esta premisa ­que engloba una cantidad de hechos a cuál de ellos más hilarantes-, ningún creyente debería sentirse molesto. Al contrario, tendría que rebosar orgullo por ser su religión motivo de risa y complacencia satírica. Si no recuerdo mal, hacer reír al triste es una obra de misericordia. De verdad. Y lo digo sin ningún afán sarcástico. Es que no se pueden negar las posibilidades humorísticas que la religión lleva inserta en sus modulaciones. No existe ningún dogma, ningún principio, ninguna formulación de catecismo, que no se preste al descuajeringamiento general. Y esto es lógico que así sea, porque las creencias religiosas son tan sólo creencias, por no decir fabulaciones más que hilarantes. Algunos quieren hacernos pasar por el aro de que dichas creencias religiosas constituyen el meollo de la dignidad humana. No se dan cuenta de que quienes esto formulan están infiriendo que quienes no creen no tienen ni dignidad ni humanidad. Y que quienes creen están por encima, humanamente hablando, de aquellos que no creen. ¡Y luego pedirán respeto a sus creencias! ¡Pero si no saben afirmar su credo sin insultar a media humanidad!
Se olvida que las creencias religiosas están a la misma altura digna que las creencias políticas, creencias gastronómicas y creencias astronómicas. ¿Por qué las creencias religiosas han de tener un estatuto de privilegiada consideración frente a otras creencias?

Las creencias son un producto social como el resto de las creencias. Son como, decía alguien, «un a priori acumulativo». Una colectividad a fuerza de ver las cosas de una determinada manera acaba por entender que la única realidad existente es esa visión que tiene de la misma, y, lo peor de todo, que no hay otra. Este planteamiento conlleva tal peligro que si estas creencias no se discuten, acabarán por pasar de generación en generación, y será muy difícil erradicarlas. Pero eso no quiere decir que dichas creencias se sostengan en la percha de la verdad. Durante siglos se creyó que era el Sol quien daba vueltas alrededor de la Tierra. Y que la lepra y los terremotos eran producto de la blasfemia.

Si respetáramos las creencias, la sociedad no avanzaría un ápice. Gracias a la crítica y al enfrentamiento contra ciertas creencias, sobre todo las religiosas, ha sido posible el humanismo y la tolerancia. ¿O es que, acaso, se ha olvidado que la Inquisición o el Indice de Libros Prohibidos pretendían salvaguardar las creencias religiosas de unos contra las de los otros?
Es mentira que las creencias sean respetables. No lo son, ni deben serlo. Tampoco, las ideas. Que haya creencias e ideas más respetables que otras, nadie lo niega, pero no es el caso que disputo ahora. ¿Es un derecho fundamental, como se ha dicho, «tener respeto a las creencias religiosas»? Supongo que en la misma medida que lo sea el respeto a las creencias sexuales, económicas o artísticas, ¿no?
No se trata de si se traspasan o no los límites de la libertad de expresión ­como si en Occidente no se hiciera con la libertad de expresión lo que dicten los intereses de Estado­, sino de aceptar de una vez por todas que las religiones, todas las religiones, son muy dignas de sarcasmo y de ridiculización como cualquier otra costumbre de la sociedad en que vivimos. Es más. Los buenos creyentes tendrían que agradecer a aquellos que con sus chistes y sus sátiras les hacen ver cómo pueden convertirse en sujetos más agradables ante los ojos del Omnipotente, en quien enajenan su autonomía existencial.

Que se sepa, y hasta donde llega mi entendimiento del asunto, las religiones actuales, todas las religiones, son incompatibles con el humor, con la sátira y con el chiste. Están atravesadas por el rigor mortis de la seriedad y no aceptan ni una caricatura, aunque la hicieran Picasso o Dalí. Lamentablemente, parecen decirnos que la risa es incompatible con la fe. Muchas veces, los risoterapeutas aconsejan que nos riamos de nosotros mismos. Consejo baldío en lo que hace referencia a las creencias religiosas. Cualquier latigazo contra el orden dogmático de la religión católica será respon- dido con una denuncia ante los tribunales. ¡Es tan sensible la creencia y el sentimiento religioso! Cualquier crítica que se haga, sea en clave surrealista como en clave postista, será lo mismo. O llevan a los tribunales al blasfemo o recuerdan que «quien no cree ha perdido lo mejor de sí mismo».

Decía Cioran que todas las religiones son cruzadas contra el humor. Me resulta algo incomprensible. Porque, si hay una cualidad especial por la que un creyente debería reconocerse, es por su sentido del humor.

Al fin y al cabo, si hay alguien que tiene claro su destino y su estar en el mundo es el buen creyente. Y esto, según dicen los psiquiatras, es fuente de alegría y de satisfacción. Por eso se entiende mal por qué tanta mala bilis por unas caricaturas, por una muñeca Nancy crucificada, por un Cristo cocinado, por una obra de teatro blasfema, por una ley sobre matrimonios homosexuales... Ninguna de estas miserias pulverizará la fe granítica del creyente. Así que dejémonos de exigir perdón unos a otros por nuestras inconmensurables burradas y comencemos a reírnos de nosotros mismos, empezando por nuestras propias creencias, sean religiosas, sexuales, políticas, literarias, gastrosóficas y ateas. Si podemos, claro.
Seguro que a Dios nuestra risa o nuestro sarcasmo no le molestan en modo alguno.

16 de enero de 2006

Una de Indulgencias



La Taxa Camarae es una tarifa promulgada en el año 1517 por el papa León X (1513-1521) con el fin de vender indulgencias, eso es perdonar las culpas, a todos cuantos pudiesen pagar unas buenas libras al pontífice. Como veremos en la transcripción que seguirá, no había delito, por horrible que fuese, que no pudiese ser perdonado a cambio de dinero. León X declaró abierto el cielo para quienes, clérigos o laicos, hubiesen violado a niños y adultos, asesinado a uno o a varios, estafado a sus acreedores, abortado... pero tuviesen a bien el ser generosos con las arcas papales. Veamos sus 35 artículos:
1. El eclesiástico que incurriese en pecado carnal, ya sea con monjas, ya con primas, sobrinas o ahijadas suyas, ya, en fin, con otra mujer cualquiera, será absuelto, mediante el pago de 67 libras, 12 sueldos.
2. Si el eclesiástico, además del pecado de fornicación, pidiese ser absuelto del pecado contra natura o de bestialidad, debe pagar 219 libras, 15 sueldos. Mas si sólo hubiese cometido pecado contra natura con niños o con bestias y no con mujer, solamente pagará 131 libras, 15 sueldos.
3. El sacerdote que desflorase a una virgen, pagará 2 libras, 8 sueldos.
4. La religiosa que quisiera alcanzar la dignidad de abadesa después de haberse entregado a uno o más hombres simultánea o sucesivamente, ya dentro, ya fuera de su convento, pagará 131 libras, 15 sueldos.
5. Los sacerdotes que quisieran vivir en concubinato con sus parientes, pagarán 76 libras, 1 sueldo.
6. Para todo pecado de lujuria cometido por un laico, la absolución costará 27 libras, 1 sueldo; para los incestos se añadirán en conciencia 4 libras.
7. La mujer adúltera que pida absolución para estar libre de todo proceso y tener amplias dispensas para proseguir sus relaciones ilícitas, pagará al Papa 87 libras, 3 sueldos. En caso igual, el marido pagará igual suma; si hubiesen cometido incestos con sus hijos añadirán en conciencia 6 libras.
8. La absolución y la seguridad de no ser perseguidos por los crímenes de rapiña, robo o incendio, costará a los culpables 131 libras, 7 sueldos.
9. La absolución del simple asesinato cometido en la persona de un laico se fija en 15 libras, 4 sueldos, 3 dineros.
10. Si el asesino hubiese dado muerte a dos o más hombres en un mismo día, pagará como si hubiese asesinado a uno solo.
11. El marido que diese malos tratos a su mujer, pagará en las cajas de la cancillería 3 libras, 4 sueldos; si la matase, pagará 17 libras, 15 sueldos, y si la hubiese muerto para casarse con otra, pagará, además, 32 libras, 9 sueldos. Los que hubieren auxiliado al marido a cometer el crimen serán absueltos mediante el pago de 2 libras por cabeza.
12. El que ahogase a un hijo suyo, pagará 17 libras, 15 sueldos (o sea 2 libras más que por matar a un desconocido), y si lo mataren el padre y la madre con mutuo consentimiento, pagarán 27 libras, 1 sueldo por la absolución.
13. La mujer que destruyese a su propio hijo llevándole en sus entrañas y el padre que hubiese contribuido a la perpetración del crimen, pagarán 17 libras, 15 sueldos cada uno. El que facilitare el aborto de una criatura que no fuere su hijo, pagará 1 libra menos.
14. Por el asesinato de un hermano, una hermana, una madre o un padre, se pagarán 17 libras, 5 sueldos.
15. El que matase a un obispo o prelado de jerarquía superior, pagará 131 libras, 14 sueldos, 6 dineros.
16. Si el matador hubiese dado muerte a muchos sacerdotes en varias ocasiones, pagará 137 libras, 6 sueldos, por el primer asesinato, y la mitad por los siguientes.
17. El obispo o abad que cometiese homicidio por emboscada, por accidente o por necesidad, pagará, para alcanzar la absolución, 179 libras, 14 sueldos.
18. El que por anticipado quisiera comprar la absolución de todo homicidio accidental que pudiera cometer en lo venidero, pagará 168 libras, 15 sueldos.
19. El hereje que se convirtiese, pagará por su absolución 269 libras. El hijo de hereje quemado o ahorcado o ajusticiado en otra forma cualquiera, no podrá rehabilitarse sino mediante el pago de 218 libras, 16 sueldos, 9 dineros.
20. El eclesiástico que no pudiendo pagar sus deudas quisiera librarse de ser procesado por sus acreedores, entregará al Pontífice 17 libras, 8 sueldos, 6 dineros, y le será perdonada la deuda.
21. La licencia para poner puestos de venta de varios géneros bajo el pórtico de las iglesias, será concedida mediante el pago de 45 libras, 19 sueldos, 3 dineros.
22. El delito de contrabando y defraudación de los derechos del príncipe costará 87 libras, 3 dineros.
23. La ciudad que quisiera alcanzar para sus habitantes o bien para sus sacerdotes, frailes o monjas, licencia para comer carne y lacticinios en las épocas en que está prohibido, pagará 781 libras, 10 sueldos.
24. El monasterio que quisiere variar de regla y vivir con menor abstinencia que la que le estaba prescrita, pagará 146 libras, 5 sueldos.
25. El fraile que por su mejor conveniencia o gusto quisiere pasar la vida en una ermita con una mujer, entregará al tesoro pontificio 45 libras, 19 sueldos.
26. El apóstata vagabundo que quisiere vivir sin trabas, pagará igual cantidad por la absolución.
27. Igual cantidad pagarán los religiosos, así seculares como regulares, que quisieran viajar en trajes de laico.
28. El hijo bastardo de un cura que quiera ser preferido para desempeñar el curato de su padre, pagará 27 libras, 1 sueldo.
29. El bastardo que quisiere recibir órdenes sagradas y gozar beneficios, pagará 15 libras, 18 sueldos, 6 dineros.
30. El hijo de padres desconocidos que quiera entrar en las órdenes, pagará al tesoro pontificio 27 libras, 1 sueldo.
31. Los laicos contrahechos o deformes que quieran recibir órdenes sagradas y poseer beneficios, pagarán a la cancillería apostólica 58 libras, 2 sueldos.
32. Igual suma pagará el tuerto del ojo derecho; mas el tuerto del ojo izquierdo pagará al Papa 10 libras, 7 sueldos. Los bizcos pagarán 45 libras, 3 sueldos.
33. Los eunucos que quisieran entrar en las órdenes, pagarán la cantidad de 310 libras, 15 sueldos.
34. El que por simonía quisiera adquirir uno o muchos beneficios, se dirigirá a los tesoreros del Papa, que le venderán ese derecho a un precio moderado.
35. El que por haber quebrantado un juramento quisiere evitar toda persecución y librarse de toda nota de infamia, pagará al Papa 131 libras, 15 sueldos. Además entregará 3 libras para cada uno de los que le habrán garantizado.
Para la historiografía católica, sin embargo, el papa León X, autor de una muestra de corrupción tan infinita como la que acabamos de leer, pasa por ser el protagonista de "la historia del pontificado más brillante y quizá más peligroso en la historia de la Iglesia" (Juan Dacio, 1963, Diccionario de los papas. Ed. Destino - Barcelona. El libro lleva el Imprimatur de la Iglesia católica tras pasar su censura.).
Transcripción del libro de Pepe Rodríguez "Mentiras fundamentales de la Iglesia católica", 1997, Ediciones Grupo Zeta.

9 de enero de 2006

Obscenidad por obscenidad.


GENIAL Y ATREVIDA la iniciativa atea de este colectivo. Organizan intercambios de lectura, pero sólo admiten libros religiosos, de cualquier religión y credo., y lo mejor, ¡te regalan una revista porno!. En realidad llevan ya unos años organizándo los intercambios, desde el 1.999, creo. Me parece una idea muy imaginativa y valiente.

El nacimiento de una Fé


¡QUE BONITO! TENEMOS una nueva religión.
Se llama Church of the Flying Spaghetti Monster, osea, la Iglesia del Monstruo de los Espaguetis Voladores. Vamos, como Dios.
Es una idea de un profesor universitario yanqui para demostrar la inverosimilitud de los dogmas fanáticos del creacionismo de los ultra católicos del belt bible americano. Dice que empezó como una broma hace un par de años, pero como toda buena religión ya se está forrando y el mes que viene saca un libro que será bestseller y tal...Como simpatía no le falta, aconsejo ver su pagina http://www.venganza.org/

Dogma contra Pragma


TE LO TIENES que creer, siempre ha sido así, porque lo digo Yo, está escrito. Es la regla masoquista de los Dogmas, si no lo entiendes te deniegan los votos o privilegios, se te aparta.
Está claro, ¿cómo explicar lo inexplicable?, pues con otra estupidez mayor aún.
Propongo enseñar en los colegios espiritualidad y no religión. Transpolando un libro famoso, sí, más Platón y menos Prozac.

¿Divinismo?


EMPIEZO EL BLOG con una concatenación. Pues sí, Dios es Ateo. ¿En quién va a creer Dios, si está en la cúspide de la pirámide divina?. ¿En Sí Mismo?, por favor, que visión más Ególatra y Vanidosa de Dios. Ni que se estuviera viendo al espejo constantemente preguntando quién es el dios más guapo del universo.
El kid radica en la imagen mental que tiene la gente de Dios.
El individuo se cree desamparado cuando mira al cielo y transplanta en él sus ilusiones y desilusiones. El sentimiento general es que somos "Hijos" de los designios de los Señores de ahí Arriba, a unos les preocupa mucho, demasiado realmente, y a otros pues ni fú. Pues esta simple diferencia de apreciación ha creado culturas, religiones, guerras y revoluciones.
Pero yo me pregunto, ¿qué nivel ético y moral le damos a Dios? Si pensamos que es muy alto, tiene que despreciar la adulación estupida de los ultra-devotos o, ¿se vanagloria mirándose al espejo, oyendo los fieles cantar su nombre y peinandose?
Quizá la idea judeocristiana de Dios proviene de nuestra cultura grecorromana, y la idealización de Zeus, luego Jupiter, despojado de sus libidinosas inclinaciones, claro, nos presenta
una imagen de tio alto, pelo abundante blanco, mirada profunda, sentado en un trono sosteniendo un cetro...
Y el otro dia me dijo una amiga que DIOS ES NEGRA...