


Analicemos ésta histeria colectiva:
Una beatificación es una declaración papal en nombre de la Iglesia Católica sobre la escepcionabilidad religiosa de un martir, santo o milagrero.
Es la tercera etapa de la Canonización, precedida por el título Siervo de dios, luego Venerable y acabando con la cuarta etapa que es la Santidad.
El beato es Bernardo Francisco de Hoyos y de Seña, sacerdote, muerto en 1735, a los 24 años por tifus.
Era un niño prodigio que leía y escribía mucho y tenía alucinaciones místicas, pero no pasó a la historia sagrada por su literatura, sino porque fue el que organizó con éxito la primera novena pública en España en honor del Corazón de Jesús en 1735, y luego se murió, de tifus.
Y como milagro se le atribuye la intercesión en la curación de una joven terminal en 1936.
Simplemente, es acojonante.

Soy un admirador incondicional de Homero, pero siempre he sabido que los héroes y dioses griegos no eran reales, sino maravillosas fantasías, pero los cristofrikis sueñan despiertos.
Más claro, agua destilada.
Y de las novenas ya hablaremos otro día.